Cambiar el sistema es el único camino

Campanadas aparte, los deseos de felicidad, más o menos bienintencionados que todo el mundo comparte para el año nuevo, no dejan de ser fórmulas sociales al calor de unas festividades en las que prima la esperanza de que todo vaya a mejor por el mero hecho de expresar los mensajes.

Esos mensajes de paz, de solidaridad, de libertad o de “que se acabe el hambre en el mundo” no dejan de ser ingenuos deseos, hechos desde la superficie –aunque algunos los puedan desear sinceramente- motivados por una candidez que raya la frivolidad, cuando no, directamente el cinismo.

No obstante hay quienes deseamos consciente y profundamente, esos deseos de cambio. Pero al mismo tiempo, trabajamos para ello. Para que haya una auténtica democracia universal tiene que haber también justicia social. Para que haya libertades, tiene que haber democracia económica e igualdad política. Tiene que haber planificación centralizada para establecer criterios de organización colectiva.

Tiene que haber, pues, cierto tipo de cosas que son completamente opuestas al capitalismo salvaje que quita casas a la gente que las necesita, despide a quienes desean trabajar o mantiene en el paro a ejércitos enteros de las generaciones más formadas de la historia en este país. Para que haya Pan, Techo, y Trabajo; tiene que haber un proceso constituyente cargado de dignidad. Tiene que haber un cambio del sistema. Desde aquí, conscientemente y sin cinismo político ni ideológico, deseamos paz, solidaridad, libertades. Derechos Humanos universales. Por eso deseamos, sinceramente, que 2015 sea el año en que comience el cambio del sistema. ¡Salud y República!