Tu Voz, Tu Gente
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«Alrededor de la recogida de alimentos»

Antonio Rodrigo Torrijos en SevillaDirecto.com @ARTorrijos

Este pasado fin de semana, por iniciativa de los Bancos de Alimentos de todo el país, se han recogido millones de toneladas de alimentos no perecederos. Decenas de miles de ciudadanos han comprado y entregado productos alimenticios con el objeto de ayudar a otras decenas de miles, probablemente en la frontera de la indigencia y la exclusión social, para facilitarles alimentos que de otra forma no podrían adquirir.

Cientos, quizás miles de personas, han actuado como voluntarios y canalizadores de la ayuda, recogiendo, solicitando y almacenando los productos para que los Bancos de Alimentos los distribuyan, vía asociaciones y entidades, a las familias necesitadas de los mismos.

En este sentido, vaya un reconocimiento expreso a tod@s ell@s por su esfuerzo y dedicación a tan loable tarea. Conozco a muchos y sé de su condición solidaria y entregada a las causas más nobles, bastantes colaboraron con las iniciativas similares a la que comento, que por iniciativa de las Delegaciones de IU en el anterior gobierno local, impulsamos y desarrollamos con el mismo objetivo. Es más, compartieron y apoyaron la propuesta que yo mismo hice en el invierno de 2012 para que la paga extraordinaria de diciembre de todos los concejales y altos cargos del ayuntamiento se destinase, como así se hizo aunque con resistencia de algunos, al Banco de Alimentos de Sevilla. Nada que criticar pues, a los voluntarios y los ciudadanos que con su esfuerzo y aportaciones han contribuido a la campaña de recogida de alimentos, al contrario, respeto y agradecimiento que deseo expresar desde estas líneas.

Sin embargo la creciente demanda de productos alimenticios de primera necesidad por parte de un cada vez más importante número de familias, coincidiendo con las políticas de recortes sociales, de empleo y bienestar, del Gobierno del Sr. Rajoy, deja al descubierto dos evidencias. Una, la perversa naturaleza del sistema, llamado neoliberal, que abandona a la ciudadanía a su suerte, dejando en manos de la sociedad civil la iniciativa en la atención de las necesidades mínimas de la población y, otra la quiebra del Estado Social.

Somos muchos los que coincidimos en que la caridad es dar lo que te sobra y la solidaridad es compartir lo que se tiene. ¿Cómo es posible que se rescaten bancos con ingente cantidad de dinero público, se faciliten políticas fiscales que favorecen a los menos, reduciendo así, los ingresos del Estado, se hagan reformas laborales que jibarizan los salarios y hacen de la precariedad la norma, se minimice la inversión pública o se priorice el pago de la deuda frente a las necesidades de la gente?

¿No parece más humano, justo y necesario invertir la política económica y social para poner en primer lugar la solución, recursos hay, de los perentorios problemas de millones de personas de nuestro país que por sufrir sufren hasta el hambre?

Es esta la reflexión: muy bien la actitud de ONGs, personas y entidades de todo tipo que dedican sus esfuerzos a intentar cubrir la creciente brecha de desigualdad que existe entre ciudadanos, hay que saludarles y aplaudirles pero o se modifica el origen de la pobreza o ésta amenaza con ampliarse y extenderse a cada vez más personas haciendo imposible que desde la iniciativa civil pueda resolverse de manera estructural el problema. Sólo desde el Estado, con políticas económicas y sociales orientadas y jerarquizadas según las prioridades de la ciudadanía será como podrá erradicarse la lacra de la pobreza y el hambre. Ayudar sí pero o nos aprestamos a cambiar las políticas o cada año serán necesarios más voluntarios y toneladas de alimentos para atender a los millones de damnificados de esas nefastas políticas.

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