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La crisis y la socialdemocracia

Por el Colectivo Senda. Leído en El Correo http://blogs.elcorreoweb.es/tribunas/2014/05/10/la-crisis-y-la-socialdemocracia/

Hace unos diez años la socialdemocracia europea, entendida esta por el conjunto de partidos socialistas y socialdemócratas, era la fuerza política más poderosa de Europa. ¿Qué ha ocurrido para que se haya producido un declive tan pronunciado en tan corto espacio de tiempo?

La socialdemocracia surgió con el movimiento obrero y era su expresión política. Con la Revolución de Octubre hubo una separación con los partidos comunistas que optaban por la vía revolucionaria y la socialdemocracia por la vía reformista. Tenía como principio fundacional la igualdad, y la prevalencia de la política democrática sobre la economía. Para la socialdemocracia tradicional el sistema de mercado existe, pero estaba sujeto a las reglas que fijaba el poder político.

Una de las mayores conquistas de las políticas socialdemócratas fue la creación y consolidación del llamado Estado de Bienestar. El mundo del trabajo y del capital acordaban pactar las condiciones salariales y laborales en un equilibrio de fuerzas que garantizaba el Estado. Preconizaba el crecimiento económico y la redistribución de la riqueza. Este modelo le supuso un enorme apoyo popular y electoral. No hay que olvidar la existencia del bloque soviético, que de una manera directa ayudó a que el capitalismo se ajustara a ese modelo.

Pero cuando sopló el primer huracán neoliberal la socialdemocracia desapareció como alternativa política al discurso dominante, y actualmente propone más un capitalismo decente y/o capitalismo responsable que modelos económicos alternativos. Sólo hay que recordar las políticas realizadas por los diferentes gobiernos socialdemócratas europeos. Y cuando la crisis estalló, su actitud fue ahondar aún más en las políticas de austeridad, de corte neoliberal.

Es curioso y enigmático (algo tendrá que ver el destino bien remunerado como asesores de grandes empresas de muchos de estos dirigentes) ver cómo se achicharran personal y electoralmente estos líderes aplicando o apoyando políticas que perjudican social y económicamente a sus bases electorales, y a las que dicen representar y defender.

Desgraciadamente sus decisiones han ayudado a desarrollar políticas públicas que llevan aparejadas dilución de derechos sociales y laborales, la austeridad del gasto público, incluido el social (el último plan en Francia asciende a 50.000 millones de euros), la privatización de los servicios públicos, la desregulación de los mercados laborales, la reducción de impuestos a las empresas y la disminución de la progresividad fiscal. Es una reproducción light de las políticas liberales pero que ayuda a desmontar el Estado de Bienestar. Aunque hay que ser justo y todavía existe alguna diferencia con los partidos conservadores, aunque sea sólo en el desarrollo de los derechos políticos y civiles.

La consecuencia de estas políticas de austeridad ha supuesto un crecimiento imparable de las desigualdades en Europa, al mismo tiempo que un impresionante aumento de las rentas del capital y de los beneficios empresariales, a costa de un notable descenso de las rentas del trabajo y del bienestar de las clases populares. Un informe de la OCDE que hablaba de la creciente desigualdad decía que el 1% más rico en España acumulaba el 8% de las rentas. En EEUU supone el 19,3%.

Como consecuencia de sus decisiones han perdido buena parte de su apoyo social y electoral. Su mayor éxito fue establecer una alianza entre las clases trabajadoras y las clases medias que les llevó a ser partidos de masas y a tener una base social y electoral muy importante.

Una mayoría de intelectuales y economistas con influencia en estos partidos, han venido recomendando, en España, por ejemplo, Miguel San Sebastián y Jordi Sevilla, no prestar una excesiva atención a la clase trabajadora y sustituirla por la clase media; y más recientemente en un libro de Juan Moscoso del Prado Ser de izquierdas. Por una izquierda moderna y ejemplar, prologado por Rubalcaba, el autor mantenía que la izquierda debe reducir el peso de la conciencia de clase.

Este abandono de uno de sus aliados naturales quizás sea la causa para que parte de la clase trabajadora deje de apoyar a los partidos socialistas, y refugiarse en la abstención al no sentirse representada por ellos. En Europa, además, optan por opciones de corte populista. Lo que dicen todas las encuestas es que el PSOE no remonta en las encuestas.

De otro lado, la estrategia socialdemócrata consistió en estrechar compromisos con el capital, aceptando la llamada economía de mercado y pactando con el capitalismo productivo. Hoy en día ya no es posible pactar con el capitalismo dominante, el financiero. ¿Por qué tiene que pactar el capitalismo especulativo, que se mueven libremente por el mundo, con los gobiernos nacionales? No tienen necesidad de pactar.

Escribía Josep Borrell en la revista Temas: «Hoy la socialdemocracia europea no sabe muy bien a quién representa». Más adelante afirmaba: «Poco a poco se ha perdido el impulso transformador para ser percibidos cada vez más como gestores del sistema poco diferenciados de otras alternativas».

Quizás debamos llegar a la conclusión de que socialdemocracia, con la deriva neoliberal actual, ya no puede considerarse como una herramienta de cambio social como lo fue en otros tiempos.

Remedando a Antonio Gramsci, la socialdemocracia «es un triste notario de la realidad».

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