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Emocionante homenaje a Isabel Atienza y a las víctimas del fascismo

Si hay algún sitio en el que el criminal Queipo de Llano se ensañó con la población civil inocente, además de contra cualquier hombre o mujer, niño o mayor, que tuviese la más mínima relación con los valores republicanos, ese lugar fue San Luis, El Pumarejo, San Marcos.

Este pasado sábado, por esa razón, la agrupación “Isabel Atienza”-Centro y el Comité Local del PCA-PCE de Sevilla, organizaron un homenaje, que si bien se personalizaba en la figura de Isabel Atienza Lucio, quería llegar más allá ampliándolo a las víctimas de ese fascismo carnicero y cruel, analfabeto y primario, que aún hoy sigue exponiendo a su máximo representante en la basílica de la Macarena, donde yace enterrado con honores. Algo incomprensible a ojos de cualquier demócrata y que aleja a las personas de la institución religiosa cuando llegan a conocer mínimamente la historia del barrio rojo en los primeros días del golpe militar y la represión de lustros posteriores.

La nieta de la asesinada Isabel Atienza, así como un grupo amplio de familiares, estuvo presente en el acto. Resultaron conmovedoras las sencillas palabras de su nieta, una mujer que ya ronda los 80 años de edad, que con la voz quebrada desde su silla de ruedas, quiso expresar a los allí presentes su agradecimiento infinito por el acto. En la Casa de Vecinos de El Pumarejo –que también participó en la organicidad del acto, junto con el Foro por la Memoria- se descubrió una placa en un emplazamiento provisional hasta que se acometan las reformas que están previstas en la Casa-Palacio.

Tras la proyección de un vídeo con testimonios de personas vivas todavía que recuerdan a la perfección aquellos episodios, intervino el Secretario Local del PCA de Sevilla, José Manuel García para recordarnos que no se puede construir una democracia sobre la base del olvido de las víctimas. Lucía Socam nos puso el vello de punta con uno de sus temas “Republicana”, justo antes de iniciar un recorrido por los lugares de la memoria donde, en cada esquina, a cada paso, huele a sufrimiento y a humillación.

Es imprescindible que la tumba del carnicero Queipo de Llano se saque de un lugar de culto que está, además, justo en el barrio donde, por sus calles, por las murallas, por las tapias, más fusilamientos, torturas y violaciones se cometieron por su mandato expreso. Por una cuestión de higiene democrática, hay que gritar fuerte: ¡Fuera el asesino del templo de la Macarena!

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