Tu Voz, Tu Gente
Tu voz, tu gente

Ruido de sables en la Plaza Nueva

El juez, el cura y los militares. La España más casposa de Berlanga se hará presente en uno de los jueves que relumbran más que el sol, eso sí, que ya luce cada vez en menos ciudades, donde las festividades religiosas van dejando paso, poco a poco, al siglo XXI.

Algunas, como Granada, Sevilla o Toledo mantienen la tradición, la Castilla la Mancha de Cospedal se ha sumado a la fiesta y Madrid prefiere San Isidro al Corpus. La cosa se mueve. Las creencias a la conciencia y no a la sociedad que es aconfesional por definición.

Pero, calla, que eso no ocurre en Sevilla. Aquí el reloj se detuvo. Ahora sabemos qué significaba aquello que quería decir el alcalde de que “funcionara como un reloj”: Detenerlo. Incluso darle para atrás. Este día 30, festividad del patrón y primer jueves después del domingo de Pentecostés, 60 días más tarde del domingo de resurrección, coinciden Corpus y Patrón. Al suelo todo el mundo.

Y para celebrarlo, nada mejor que un pasaje de jura de la bandera del rey y poner a desfilar al ejército hasta la Plaza Nueva. Curas y militares. Todo un ejercicio de modernidad. Faltan el juez y el cacique. El juez ya lo pone el alcalde en excedencia. El cacique de ahora es el ente que más se ha modernizado. Ahora se llama multinacional que se hace con los servicios municipales privatizados o concesiones administrativas de jugosos presupuestos. El cacique urbano ya no lleva el sombrero de ala ancha ni tiene cerca la fusta del capataz pero explota al obrero lo mismo que hacía el cacique del siglo XIX.

Pero volviendo a la procesión, al desfile y a la jura, estamos en retroceso “franco” hacia una foto de blanco y negro que hace actuales a los Alcántara. Con un militar que dice ser defensor del sevillano habiendo sido defensor de golpista depuesto, con la toma de posesión de jura del alcalde ante biblia y crucifijo, se mezclan en este jueves que brilla más que el sol la cruz y la espada. Como en las cruzadas de los templarios. Una exhibición de armas “de defensa” que llaman, ahora que se retuercen los conceptos de unas cosas para que parezcan otras, que servirá para estimular el ardor patrio y guerrero que justifique los gastos militares en tiempos de recortes para fines sociales.

Hacer esta exhibición en la Plaza Nueva alejará a las instituciones democráticas del pueblo trabajador. Ciertos valores -una jura de bandera que enfatiza sentimientos nacionalistas, junto a una festividad católica- hace anacrónica a esta ciudad que no termina de sacarse de encima el tópico del casposeo, o el capillismo. Sevilla y su mayoría de progreso, la de la paz, la de la solidaridad, la de la tolerancia, la que acoge y la que sufre paro y desigualdad, la de los valores republicanos y de la izquierda, sentirá vergüenza ajena al contemplar las escenas de emocionado patrioterismo de quienes, tal vez, añoren aquellos tiempos que sencillamente ya no tocan.

No viene a cuento sacar al ejército a la calle aprovechando una festividad religiosa. Esa asociación de iglesia y ejército que tan malos recuerdos ha dejado en nuestra historia revivirá para todos -los de un bando y los del otro- al juntar la bandera roja y gualda, las tanquetas ametralladoras, la hostia y los crucifijos.

Un alcalde que ofrece su ciudad como escenario para exhibir los valores de una parte como si fueran los valores de todos, falta al respeto a la convivencia y separa sobremanera al pueblo, entre sí y de sus instituciones. Y luego dicen que el guerracivilismo es cosa de la izquierda.

Contenido relacionado

Botón volver arriba
Cerrar