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Murió Leopoldo Iglesias Macarro

Se enterró el domingo 3 de marzo a mediodía en el cementerio de Sevilla. Tenía 86 años. Fue pronto Secretario de Organización del Partido Comunista de Sevilla y un histórico de la lucha antifranquista. Se organizó en el PCE a los 16 años y fue detenido, juzgado y condenado en Consejo de Guerra en 1949, incluyendo la petición de pena de muerte, ingresando en la cárcel de La Ranilla, donde cumplió tres años y de donde salió –paradojas de la suerte- por un indulto eucarístico del franquismo. Otros compañeros y camaradas murieron fusilados en la misma prisión por aquellos días.

Leopoldo salió de prisión y continuó su lucha en el movimiento obrero y organizando redes de apoyo a los presos y represaliados del régimen franquista. Su convicción republicana y su militancia comunista se mantuvieron intactas a lo largo de su vida. Su otra gran motivación fue la reivindicación y la defensa de la Revolución Cubana, por la que sentía verdadera admiración.

Pasó por Astilleros de Sevilla y por Construcciones Aeronáuticas, organizando la resistencia y las movilizaciones contra el franquismo hasta que le despedían. Fue técnico mecánico, delineante, proyectista, representante de maquinaria agrícola, vendedor de libros… hasta que abrió en Bami el Puesto Verde, un conocido quiosco de prensa, destino de militantes comunistas y progresistas sevillanos que buscaban un ejemplar del Mundo Obrero bajo el envoltorio clandestino del ABC, El Correo de Andalucía y las Hojas del Lunes.

El sábado 2 de marzo se fue, guardando múltiples secretos de la clandestinidad vivida, envuelto en su bandera republicana, con la hoz y el martillo a cuestas, defendiendo la revolución cubana y con el puño levantado. Sin acritud, orgulloso del país que intentó dejar a sus hijos y nietos, pero con el pesar de que la lucha, su lucha por la vanguardia obrera, seguía vigente ante los ataques ultra neoliberales que pretenden acabar con todo aquello por lo que él y muchos otros entregaron su vida. (En cursiva por Pepe Iglesias)

Por su puesto, en su funeral no hubo cruces, ni cristos, ni vírgenes… Y escuchó por última vez los cantos de La Internacional.

Una vida coherente, comprometida. Un ejemplo a seguir.

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